E) JUNTO A LA CRUZ ESTABA SU MADRE
Llegó el día en que el niño iba a nacer, para ser llevado junto a Dios: "Estaba encinta y gritaba con los dolores del parto..., dio a luz a un hijo varón... El hijo fue arrebatado hacia Dios y a su trono" (Ap 12,2.5). Se sabía que los tiempos mesiánicos nacerían en medio de dolores de parto. Estas tribulaciones han atravesado los siglos; desde los comienzos, la mujer encinta grita en sus dolores. El Apocalipsis une el nacimiento doloroso y la glorificación junto a Dios del hijo varón que da a luz la mujer.
Es sobre el hijo sobre quien han caído los dolores de parto de los últimos tiempos: "¿No era necesario que Cristo sufriera todo esto para entrar en su gloria?" (Le 24,26). Pero en el Apocalipsis son los dolores de la madre los que simbolizan las pruebas mesiánicas, pues la comunidad es inseparable del hijo que lleva en su carne. Ésta comparte los dolores a través de los cuales el niño nace hasta estar junto a Dios (Jn 16,21).
Jesús es el punto de unión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, el final de uno y el principio del otro. Él es el paso del uno al otro: su "carne es el gozne de la salvación".20 Pasa de la carne al Espíritu y arrastra a la Iglesia en esta pascua. Durante su vida terrena, Jesús, "nacido de mujer, bajo la ley" (Ga 4,4), pertenecía en alguna medida a la primera alianza; estaba reducido a "la condición de siervo", en la que su misterio filial se encontraba oculto, "hecho en todo semejante a los hombres" (Flp 2,7). Tenía todavía que "ir hacia el Padre" (Jn 13,1), al que estaba, sin embargo, unido en lo profundo de su ser (Jn 10,30). Es así como pertenece en su carne a un pueblo que vivía "según la carne", aun estando destinado a la filiación (Ga 4,1-3). Pero en la cruz, Jesús muere a la carne, a la ley (Ga 2,19) y, desde entonces, vive en su Padre (Rm 6,10), en el Espíritu Santo: "Nacido de la estirpe de David según la carne, constituido Hijo de Dios en poder según el Espíritu de santificación por su resurrección de la muerte" (Rm 1,3), cuando "el Hijo fue arrebatado hacia Dios y a su trono" (Ap 12,5). Tal es la obra de la salvación: "A través de la cortina, es decir, de su propia carne desgarrada, Jesús entró de una vez para siempre en el Santuario, adquiriéndonos una liberación eterna" (Hb 9,12;10,20).
Durante la primera alianza, "la mujer" había sido madre de Cristo según la carne. Pero, por la cruz, Cristo sube de la carne al Espíritu. A su muerte, el velo del templo se desgarra, la primera alianza expira con él: "vuestra casa queda desierta" (Mt 23,38). Pero "este templo", Jesús lo reedifica: "Él hablaba del templo de su cuerpo resucitado" (Jn 2,21). Entre uno y otro templo, entre una y otra alianza, hay ruptura y continuidad: el templo es destruido, pero este templo yo lo levantaré renovado. La Iglesia de Dios se reúne en este templo reconstruido. En otro tiempo madre según la carne, la Iglesia pasa a ser compañera en la pascua de Jesús; como una esposa que formara un cuerpo con él, se duerme con él en su muerte y se despierta con él en su resurrección.21
"En pie junto a la cruz de Jesús estaba su madre" (Jn 19,25). En torno a la cruz, en la persona de María, la hija de Sión, está Israel. Con María, los patriarcas, los profetas y todos los justos de Israel pasan a la nueva alianza. Y en María, la Iglesia celebra el cumplimiento del misterio pascual de Cristo en su forma plena, semejante a la del Señor resucitado, puesto que ella realizó en cuerpo y alma el "paso" pascual de la muerte a la vida. "Las fiestas marianas son una manera de hacer presente el misterio pascual, del que se celebra el éxito total en un miembro eminente de la Iglesia".22
Bibliografìa
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_________1 Mateo, no obstante su preocupación por mostrar el ascendiente davídico de Jesús, transmitió el dato más difícil para su intención: el hecho de que Jesús no hubiera sido engendrado por José, hijo de David, como se esperaba. Si actuó así es evidente que "se sentía más ligado por el acontecimiento que por la letra de las Escrituras". No interpretó los hechos a la luz de sus esperanzas, sino estas esperanzas a la luz de los hechos. Cfr. R. LAURENTIN, I vangeli dell'infanza di Cristo, Torino 1985, p.430.
2 El silencio frente a José contrastaría con la actitud de María con respecto a Isabel con la que comparte su alegría y acción de gracias.
3 El hombre justo ante la intervención de Dios se retira respetuosamente. Es la reacción de los justos del Antiguo Testamento: la de Moisés en la teofanía del Sinaí; la de Isaías en la visión de Yahveh en el templo. Cuando Dios interviene en la historia del hombre, el justo se retira con temor reverencial ante Dios. Esta interpretación que presenta San Bernardo como "eco de los Padres" supera el nivel de la moral y se sitúa en el plano de la historia de la salvación.
4 El verbo deigmatisai puede significar: denunciar, exponer a la afrenta, pero significa también sanar a la luz, revelar, hacer visible, manifiesto.
5 R. GUARDINI, o. c., p. 49. Esta interpretación parte de Eusebio de Cesarea: PG 22,879-886.
6 SANTO TOMÁS, Sum. theol. Supplementum III q.62 a.3 ad 2.
7 SAN BERNARDO, Hom "Super missus est'; II 14: PL 183,88.
8 Cfr. Mt 14,25; 17,7; Me 9,32; Ap 1,17.
9 Mateo modifica la cita del profeta, cambiando el singular en plural. En vez de "ella le pondrá por nombre" (Is 7,14), dice: "le pondrán por nombre".
10 Simeón se inspira en los cantos del Siervo de Isaías: 52,10; 42,6; 49,6; 50,4-9; 52,13-53,12.
11 Ana parece la viuda que describe Pablo: " La viuda pone su esperanza en Dios y se consagra a la oración día y noche' (1Tm 5,5; Le 2,37-38).
12 SANTA CATALINA DE SIENA, Carta 30.
13 SAN BERNARDO, Sermón 29 sobre el Cantar de los Cantares.
14 Cfr. la 49,2; Sb 18,15; Ap 1,18; 2,12.18; 19,15.21; Ef 6,17; Hb 4,12.
15 SAN JUAN DE LA CRUZ, Subida del Monte Carmelo L.II, cap. 3,4-e.
16 Prefacio de la Misa "Santa María en la presentación del Señor".
17 SAN JUAN CRISÓSTOMO, Comentario del Evangelio de San Mateo, vIII,25.
18 Cfr. el paralelismo con la revelación de Dios a Moisés: Ex 3-4; 33,18-34; o a Elías: 1Re 19.
19 SAN JUAN DE LA CRUZ, Subida al Monte Carmelo III, 2,10.
20 TERTULIANO, De resurrectione mortuorum, 8,2: PL 2,931.
21 Cfr. SAN AMBROSIO, In Pe. 118. Sermo 1,16.
22 T FEDERICI, Anno liturgico, en Diccionario del concilio Vaticano II, Roma 1969, p.605-606.
http://www.mercaba.org/FICHAS/MARÃA/una_espada_atravesara_tu_alma.htm
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