Aunque el Hijo no iba a nacer de unas relaciones conyugales entre María y José, éste, sin embargo, era el esposo legítimo de María y, en el matrimonio, tenía una misión importante como padre del hijo de María. José es un "justo" ante Dios, elegido por Dios para una misión fundamental en la historia de la salvación. Si Lucas nos presenta el anuncio del nacimiento del Hijo de Dios hecho a María, Mateo nos presenta el mismo anuncio dirigido a José. Partiendo de la paternidad legal de José, "hijo de David", Mateo introduce a Jesucristo desde el principio en la historia de la salvación: Jesús es el cumplimiento de la promesa.
El origen de Jesús como Cristo fue así: estando desposada María, su madre, con José, antes de que conviviesen, se halló encinta por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, siendo justo y no queriendo denunciarla (o revelarlo), resolvió separarse secretamente (Mt 1,18-19).
La intención de Mateo -como aparece en la genealogía (1,1-18) es mostrar que Jesús desciende de Abraham y de David y que es, por tanto, el Mesías esperado. La dificultad de Mateo es que Jesús, el Mesías, no desciende de José, en quien desemboca la genealogía1. La cadena de padre a hijo queda rota en el último eslabón: aquí no se habla ya del padre, sino de la madre de la que nace Jesús. ¿Cómo puede ser Jesús el Mesías si no es hijo de José? A esta pregunta responde Mateo. "Jesús, llamado Cristo" concluye la genealogía, y ahí empalma la continuación de Mateo: "De Jesús como Cristo el origen fue así". Con otras palabras: Jesús, el Mesías, nació de la manera siguiente: a pesar de no ser hijo carnal de José, le corresponden los derechos hereditarios de David y de Abraham. Es, pues, el Mesías.
Por este motivo José ocupa el centro del relato. Pero se afirma que lo acontecido en María no es obra de padre humano, sino del Espíritu Santo. Mateo conoce la concepción virginal de Jesús y trata de demostrar que, a pesar de ella, Jesús es el Mesías. Es lo que hace con el anuncio a José. Los dos anuncios, a María y a José, tuvieron lugar en el intervalo de tiempo entre los desposorios y la cohabitación definitiva de los esposos. Según una interpretación, María no dice nada a José de lo ocurrido en ella. No quiere interferir en los planes de Dios para con José. Espera que, como Dios ha mandado un ángel para revelarle su designio sobre ella, intervenga también con José revelándole los designios sobre él. En el silencio sufre las dudas y sospechas de José, aguardando la intervención de Dios.
Pero quizás explique mejor el texto de Mateo otra interpretación. Es posible que José hubiese llegado a comprender, escuchando el relato de los hechos de labios de María, cómo había ocurrido todo realmente.2 Y sabiendo que el embarazo de María se debe a la acción del Espíritu Santo, José decide "apartarse ante el misterio". José, comprendiendo que Dios está actuando, decide no interferir en el designio de Dios con María. Por ello decide apartarse de María en secreto. ¡Cómo podría él tomar por esposa a María, la llena de gracia! Es el sentimiento de respeto y de temor ante el misterio de Dios lo que lleva a José a querer alejarse de María. José, justo3 no ante la ley sino ante Dios, acepta totalmente la voluntad de Dios. Esto le lleva a decidir alejarse de María en secreto, sin revelar el misterio de la concepción virginal del Hijo de Dios en María.4
José guarda en su corazón como un secreto precioso el misterio descubierto en su esposa. José no se pregunta si María es culpable o no. Su duda o indecisión es acerca de lo que él debe hacer. ¿Cómo ha de comportarse él, el esposo, en la situación excepcional en que se encuentra su esposa: encinta por obra del Espíritu Santo? ¿Qué debe hacer él? Lleno de temor reverencial ante el misterio, realizado en María, su esposa, José no ve otra salida que retirarse: "separarse de ella secretamente". José "se dio cuenta claramente de que Dios había puesto la mano en su mujer y que, por tanto, era intangible para él".5 Como dice Santo Tomás: `José quiso devolver a la Virgen su libertad, no porque la creyera culpable de adulterio, sino por respeto a su santidad: sentía temor de convivir con ella" .6 Y San Bernardo:
¿Por qué quiso dejarla? Escucha, no mi opinión, sino la de los Padres. La razón por la que José quiso dejar a María es la misma por la que Pedro alejó de sí al Señor, diciéndole: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Es también la razón por la que el centurión le apartaba de su casa con estas palabras: Señor, no soy digno de que entres en mi casa. Del mismo modo, José, juzgándose indigno y pecador, pensaba que una persona tan grande como María, cuya maravillosa y superior dignidad admiraba, no debía avenirse a hacer vida común con él. Veía, con sagrado asombro, que en ella resplandecía la marca inconfundible de la divina presencia. Ante la profundidad del misterio, como hombre que era, tembló y quiso dejarla secretamente... También Isabel, ante la presencia de la Virgen embarazada, se sintió llena de respetuoso temor y, por eso, exclamó: ¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Ésta es, pues, la razón por la que José quiso dejarla.7
Lleno de respeto hacia María, en quien el Espíritu Santo ha obrado grandes cosas, José está decidido a dejarla totalmente en las manos de Dios. Pero, en ese momento decisivo, "estando él en esos pensamientos, he aquí que se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: No temas recibir en tu casa a María, tu esposa" (Mt 1,20). José escucha la misma palabra que ha recibido María: "No temas, María" (Lc 1,30). Este "no temas"8 tiene en la Escritura una gran significación: es la palabra de Dios ante el "santo temor" que experimenta el hombre ante una revelación de la presencia de Dios. Es este temor ante la presencia y acción de Dios en María lo que el evangelio supone en José. De aquí que el ángel le diga: "No temas recibir en tu casa a María, tu esposa; pues, ciertamente, lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados" (v20-21).
El ángel revela a José su misión en el misterio de María y de Cristo: su misión de esposo de María y de padre legal de Jesús, a quien como padre "tú pondrás el nombre". Aunque no sea su padre carnal, José recibe la misión de hacer de padre a Jesús. Así, al mismo José le queda indicado el sentido y la forma de su vida ulterior en el servicio del misterio que se ha de cumplir en su casa. Esto tiene su significación en el cumplimiento de la historia de la salvación, como señala Mateo: "Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que el Señor había anunciado por el profeta, que dice: He aquí que una virgen llevará en su seno y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que quiere decir Dios con nosotros" (v 22-23).9 Mateo se interesa de la misión de José y le incluye en la profecía. Y, según Mateo, será José, y no María, quien dé el nombre al niño: "Y él le puso por nombre Jesús" (v 25). José, acogiendo la voluntad de Dios, actúa como esposo de María y como padre legal del Niño-Mesías. A través de José, Jesús es el descendiente de David, el Mesías de Israel. San Mateo no olvida anotar el nombre con que el ángel se dirige a José: `José, hijo de David" (v20).
Aquí queda confirmada la maternidad virginal de María, en la que Mateo -valiéndose de la versión griega de los LXX que traduce -almah por parthenos- ve cumplida la profecía: "Ved que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel" (Is 7,14; Mt 1,23). Mientras subraya el cumplimiento de la esperanza mesiánica en Jesús, pone de manifiesto el alumbramiento prodigioso de María de aquel que es Emmanuel, el Dios-con-nosotros. La virginidad de María a los ojos de Mateo y de la tradición cristiana es vista en relación a Cristo. Cristo no es fruto de un amor humano, sino del Espíritu Santo. En María el protagonista es el Señor y la virginidad es la expresión de esta primacía. Cristo no surge del semen humano o del amor que une a María con José, sino del amor de Dios.
El relato de Mateo nos muestra, finalmente, cuál debe ser la manera cristiana de acoger con espíritu de fe el misterio de la concepción virginal de María. En José, el esposo de María, hallamos la actitud de fe, humildad y respeto con que acoger este misterio de la acción de Dios en María: "José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado: recibió a su esposa y, sin tener relaciones conyugales, ella dio a luz un hijo, al que José puso por nombre Jesús" (Mt 1,24-25).
http://www.mercaba.org/FICHAS/MAR%C3%8DA/una_espada_atravesara_tu_alma.htm
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