LOS REYES MAGOS.
Es una tradición muy arraigada en nuestro país, sobre todo en los estados del centro y sur, celebrar el 6 de enero a los "Reyes Magos", recordando aquel episodio del Evangelio en el que unos Magos de Oriente llegaron a adorar y dar regalos a Jesús "Rey de los Judíos", según la manifestación de una gran estrella. (Cf. Mt 2, 1-12) Esta fiesta es una tradición cargada de significado. En realidad celebramos la Manifestación del Señor a todo el mundo, es decir la Epifanía. Dios se les revela, no sólo a los pastores, no sólo a los judíos, también a aquellos hombres de ciencia, ricos y poderosos que se ponen en camino desde tierras lejanas, en busca de la estrella que interpretan como una manifestación de la presencia de Dios; significa que el Hijo de Dios debe ser reconocido por todos los hombres, de todos los lugares, de todos los tiempos.
Los Magos de Oriente se postran ante Jesús Niño y lo adoran, con sus regalos hablan de lo que ellos encuentran en Él: El oro se le ofrece sólo a los reyes, por lo que reconocen en Jesús al Rey; el incienso se le ofrece sólo a Dios, por lo que revelan que Jesús es Dios; y la mirra es un perfume que reconoce en Jesús Rey, Hijo de Dios, también a un Hombre. Es una bella historia que merece nuestra reflexión. Además de que es una oportunidad para continuar meditando en el gran Misterio de la Encarnación, y para compartir en familia las bendiciones y gracias que este milagro nos trajo.
Tradición.
La tradición mexicana nos invita a compartir la "Rosca de Reyes", costumbre también llena de significados importantes: el pan en forma de rosca evoca a Dios Eterno, que no tiene principio ni fin; las frutas dulces con que se decora nos recuerdan la gracia que Jesús nos trae; el muñequito escondido entre la masa representa al Niño Jesús que todos debemos buscar, quien lo encuentra se llena de tanto gozo que desea compartirlo con todos, por lo que promete una fiesta el próximo día dos de febrero, día de la "Candelaria" (luz) o Presentación del Señor. Jesús es la "Luz para iluminar a todos los pueblos" (Lc 2, 32). Y los bautizados hemos sido iluminados con esa Luz de Cristo. Los cristianos siempre tenemos el compromiso de buscar, encontrar y compartir a Jesús con los demás.
Historia.
La fiesta de la Epifanía es de origen Oriental y surgió en forma similar a la Navidad de Occidente. Los paganos celebraban en Oriente, sobre todo en Egipto, la fiesta del solsticio invernal el 25 de diciembre y el 6 de enero el aumento de la luz. En este aumento de la luz los cristianos vieron un símbolo evangélico. Después de 13 días del 25 de diciembre, cuando el aumento de la luz era evidente, celebraban el nacimiento de Jesús, para presentarlo con mayor luz que el dios Sol. La palabra epifanía es de origen griego y quiere decir manifestación, revelación o aparición. Cuando la fiesta oriental llegó a Occidente, por celebrarse ya la fiesta de Navidad, se le dio un significado diferente del original: se solemnizó la revelación de Jesús al mundo pagano, significada en la adoración de los "magos de oriente" que menciona el Evangelio.
Significado.
Hoy la Iglesia celebra la Epifanía para recordar la Manifestación del Señor a todos los hombres con el relato de los Magos de Oriente que nos narra el Evangelio (Mt 2, 1-12). Aquellos hombres que buscaban ansiosamente simbolizan la sed que tienen los pueblos que todavía no conocen a Jesús. La Epifanía, en este sentido, además de ser un recuerdo, es sobre todo un misterio actual, que viene a sacudir la conciencia de los cristianos dormidos. Para la Iglesia la Epifanía constituye un reto misional: o trabaja generosa e inteligentemente para manifestar a Cristo al mundo, o traiciona su misión. La tarea esencial e ineludible de la Iglesia es trabajar para llevar a Cristo a todos aquellos que no lo conocen. La llegada de los magos, que no pertenecen al pueblo elegido, nos revela la vocación universal de la fe. Todos los pueblos son llamados a reconocer al Señor para vivir conforme a su mensaje y alcanzar la salvación.
La descripción que hace el Evangelio de la llegada de los magos a Jerusalén y luego a Belén, la reacción de Herodes y la actuación de los doctores de la ley, encierra una carga impresionante de enseñanza. Unos hombres extranjeros que siguen el camino indicado por la estrella, para adorar al recién nacido Rey de los judíos. Los conocedores de las Escrituras en Jerusalén que quedan indiferentes ante aquella luz del cielo, que anuncia el acontecimiento esperado por siglos.
La envidia del rey Herodes ante el temor de que surja un rey "mayor" que él. Ante este relato tan cargado de significado, nos queda reflexionar seriamente: ¿Somos como aquella Jerusalén, "conocedora de las Escrituras", pero incapaz de reconocer y menos de seguir el camino de la Luz de Cristo? O ¿somos como los magos de oriente, en búsqueda siempre de la verdad y dispuestos a ponerse en camino hacia Jesús, Rey y Señor de la historia?
2 de Febrero "La candelaria". La presentación del Señor.
Si encontraste el "muñequito" de la Rosca de Reyes, que representa al Niño Jesús, en este día 2 de febrero, haces una fiesta para compartir con los demás esa gran alegría. Jesús, la "Luz del Mundo", participa de esa luz a cada bautizado por lo que el cristiano tiene el deber de "iluminar" a los demás con la luz de Cristo. Simeón dijo de Jesús que es "Luz para iluminar a todos los pueblos" (Lc 2, 32). En el siglo V se comenzaron a usar las veladoras para subrayar esas palabras del profeta, dándole más colorido a la celebración, por esto la tradición llama a la fiesta de la Presentación del Señor "día de la Candelaria".
A esta fiesta se le llamó también de la Purificación de María, se celebra 40 días después del nacimiento de Jesús, cuando María y José, cumpliendo con la doble prescripción de Moisés, acuden al templo a presentar al Niño Jesús, para ofrecerlo a Dios y llevar ofrendas por la purificación de la Madre. Cada fiesta que los cristianos celebramos nos debe llevar a un compromiso, en este caso, hemos de recordar las palabras de Jesús: "Ustedes son luz para el mundo. No se puede esconder una ciudad edificada sobre un cerro. No se enciende una lámpara para esconderla en un tiesto, sino para ponerla en un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa Así pues, debe brillar su luz ante los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre de ustedes que está en los cielos". (Mt. 5, 14-16)
Es oportuno ahora reflexionar: ¿Qué hago con la Luz de la Fe que Dios me regaló en mi bautismo? ¿Mi vida sirve para "iluminar" a otros, evitando que caminen en la oscuridad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario